Intolerancia religiosa puerta a conflictos terroristas

. miércoles, 31 de diciembre de 2008
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Pese a que la Constitución Mexicana proclama libertad de credo, los conflictos de carácter religioso aumentan, así como las denuncias de intolerancia religiosa. Quienes no son católicos son objeto de hostigamientos y persecuciones.

Hay que recordad que en el mundo las más violentas confrontaciones que llegan hasta la práctica de actos terroristas se dan entre grupos de religiones diferentes como judíos-musulmanes entre Israel y Palestina, Cristianos-Musulmanes entre EUA e Iraq, Católicos ortodoxos-Musulmanes entre Rusia y Georgia producto de lo que el recién fallecido Samuel Huntington definía como choque de civilizaciones.

En zonas rurales e indígenas mexicanas se han dado esporádicamente confrontaciones armadas por linderos territoriales y suministros de agua. El problema se origina con la filiación de los gobiernos con la iglesia católica, el desprecio a las otras religiones que clasifican como sectas para no darles un reconocimiento legal y al marginarlas de los beneficios que recibe la iglesia católica.

Esta situación se ha recrudecido en los gobiernos panistas que han regresado al país a la época de los cristeros, permitiéndole a la cúpula de la iglesia mayor participación en la vida política del país. Se ha llegado a casos extremos como la construcción de iglesias católicas de parte del gobierno federal en tiempos de Vicente Fox y con el actual “Gober Piadoso” de Jalisco, Emilio González Márquez que destinó fuertes porcentajes del presupuesto estatal para la construcción de iglesias. Este gobernador ha desmerecido su imagen debido a las confrontaciones que ha tenido con la sociedad por presentarse alcoholizado a los actos públicos, donde entabla combates verbales con los asistentes.

Los favoritismos y represión contra lo que no es católico no es privativo del PAN, la alcaldesa perredista de Coatepec, Elena García Martínez, mandó demoler la efigie de la Santa Muerte cuyo santuario se ubica en la colonia Santa María, a un costado de la vía López Portillo.

Un caso que se evitó manejar públicamente en el proceso electoral de 2006, fue confrontación religiosa, debido a que Andrés Manuel López Obrador, es Bautista. El veto a AMLO lo definieron en privado las oligarquías vinculadas al catolicismo.

El asunto religioso es un tema que debe estar presente y no permitir que crezca, como sucedió con el narcotráfico, el cual se ha tornado violento y parece estar fuera de control.

Intolerancia religiosa en México durante 2008

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El periódico La Jornada preparó un resumen de los principales conflictos generados por la intolerancia religiosa, mismo que reproducimos.

El tema no tiene la atención pública que merece. Pero sea porque hay más denuncias y/o debido a más casos de intolerancia religiosa en México, todo apunta a que las minorías que no son católicas han sido objeto de un preocupante aumento de hostigamientos y persecuciones en el año que hoy concluye.

Los integrantes de las confesiones religiosas distintas al catolicismo son considerados, en distintos espacios políticos, ideológicos y culturales, casi como los parias de la nación. A esos que eligieron una identidad diversa a la tradicional se les sigue mirando con sospecha y se les endilga el estigma del extraño. Para quienes voltean la mirada con recelo hacia ellos, los protestantes/evangélicos, testigos de Jehová, mormones (por mencionar solamente a los grupos que más crecen) son avanzada de la ajenidad, un peligro para la integridad nacional.

Hace casi dos décadas Carlos Monsiváis capturó bien la actitud descalificadora hacia los heterodoxos, a quienes sus detractores les soltaban el término “secta” como sinónimo de antinatural y depredador: “En el fondo, a veces disfrazada, la vieja tesis: son ilegítimas las creencias no mayoritarias. Antropólogos, sociólogos y curas insisten con frecuencia, sin mayores explicaciones (tal vez por suponer que el asunto es tan obvio que no lo amerita), en el ‘delito’ o la ‘traición’ que cometen los indígenas que, por cualquier razón, desisten del catolicismo. ‘Dividen a las comunidades’, se dice, pero no se extrae la consecuencia lógica del cargo: para que las comunidades no se dividan, que se prohíba por ley la renuncia a la fe católica (a los ateos se les suplica que finjan). Este retorno a la intolerancia (este olvido de la libertad de cultos) se acompaña de los registros ominosos del término secta, que evoca de inmediato clandestinidad, conjura, sitios macabros, sesiones nocturnas a la lívida luz de la luna, miradas cómplices de los enanos que se reconocen a simple vista” (“Las demás iglesias: los mexicanos de tercera clase”, en Cuadernos de Nexos, octubre de 1989).

La sospecha, el recelo, el arrinconamiento de que de entrada son objeto los integrantes de las minorías religiosas en gran parte de los espacios públicos mexicanos parecen haberse recrudecido en el agonizante 2008. En este espacio de La Jornada nos hemos referido a varios casos de persecuciones padecidas por evangélicos, y lo hemos hecho en buena medida gracias a las notas informativas publicadas en nuestro diario. Es de agradecer el trabajo de los reporteros y corresponsales de La Jornada al documentar intolerancias acaecidas en Chiapas, Oaxaca, Hidalgo, Guerrero, estado de México, Jalisco y Veracruz, entre otras entidades del país. Subrayo que es en La Jornada donde con más frecuencia se da cabida a los ominosos casos de persecución. Ello reitera la apertura y pluralidad informativa del periódico.

Concluye el año con el resurgimiento de hostigamientos y castigos que la mayoría católica viene infligiendo a los protestantes, sobre todo de corte pentecostal, en Ixmiquilpan, Hidalgo. Como ya en varios artículos de este diario lo hemos consignado, los primeros escritos datan de 2001, la intolerancia religiosa (que ha incurrido en varios delitos graves) en Ixmiquilpan ha sido dejada pasar una y otra vez por las autoridades hidalguenses. En lugar de garantizar la libertad de cultos que la Constitución mexicana reconoce a toda la ciudadanía, en el estado hidalguense por casi una década los sucesivos gobiernos municipales y estatales reiteradamente les solicitan paciencia a los agredidos y dejan en impunidad a los agresores.

Los ataques contra los protestantes de Ixmiquilpan forman un amplio catálogo, que va de cortes de suministro de agua y energía eléctrica, presiones para que los no católicos contribuyan a fiestas religiosas de la mayoría, a golpizas, negativas para que los evangélicos sepulten a sus muertos en el cementerio controlado por agentes municipales católicos, expulsiones, prohibición de construir templos aunque todos los permisos cumplan la normatividad.

En otro lugar de México, en Zinacantán, Chiapas, en los últimos días del año uno de los líderes de los evangélicos, el pastor Antonio Vázquez Méndez exige de las autoridades estatales chiapanecas garantías para los evangélicos asediados por los católicos tradicionalistas. Él y sus compañeros de creencias “han recibido amenazas de desalojo, por no hacer sus aportaciones económicas para las celebraciones patronales. La intolerancia religiosa ha vuelto y de manera peligrosa debido a que aun cuando los evangélicos queremos paz, no estamos dispuestos a soportar la persecución, ni vamos a aceptar ser despojados de nuestras propiedades”, advirtió (SRN Chiapas, 22/12). Ya son varios los evangélicos retenidos en cárceles clandestinas controladas por los tradicionalistas.

Para finalizar, llamo la atención a la nota de José Antonio Román, publicada ayer en La Jornada, en la que informa de 54 casos documentados de intolerancia religiosa cometidos contra evangélicos en el 2008. La fuente de José Antonio es la organización protestante La Voz de los Mártires. Los actos persecutorios incluyen amagos, privaciones ilegales de la libertad, sanciones económicas, expulsiones, amenazas de muerte y presiones a los niños y niñas de familias evangélicas. En todo esto, ¿dónde están los funcionarios (que no autoridades) encargados de garantizar la libertad de cultos?

Secuestro de niños, la locura final del hampa

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Aunque parezca ajeno, hay que prestar atención a lo que sucede en Colombia ya que se ha convertido en el modelo de país que está siguiendo México.


Unos 300 niños fueron secuestrados en lo corrido de 2008 en Colombia, en su mayoría por la delincuencia común, reveló este martes el estatal Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF).

La directora del ICBF, Elvira Forero, dijo que en promedio cada mes fueron privados de su libertad 25 infantes.

"En este caso de 300 secuestros muchos son por delincuencia común", precisó Forero.

La funcionaria dijo que este año el instituto utilizó su espacio televisivo de "Los niños buscan su hogar" con el objetivo que las personas ayudaran a ubicar a los menores retenidos.

Forero condenó el hecho de que los niños sean utilizados como "un arma extorsiva de los adultos" e hizo un llamado a los captores para que los devuelvan.

"Hay varios casos que se visibilizaron durante este año en los que los niños fueron víctimas de sus propios padres o de desconocidos que pretendían el pago de un rescate", indicó.

El ICBF fue el instituto en el que hace un año fue encontrado Emmanuel, el hijo que tuvo en cautiverio la liberada Clara Rojas, la fórmula a la presidencia de la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt.

El pequeño llegó al ente gubernamental por una falla de coordinación de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que prometieron al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y a la senadora de oposición Piedad Córdoba liberarlo junto a Rojas.


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