La delincuencia e impunidad toca las puertas de la UAM

. sábado, 31 de enero de 2009
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Táctica militar antinarco en cómics

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Ante el bajo nivel cultural y escasa preparación de los soldados, en diversos temas tales como derechos humanos, aspectos legales, trato ciudadano, o sobre estrategia militar, el alto mando del ejército decidió utilizar la historieta para transmitirles conocimientos..

Es evidente la superficialidad de los conocimietnos que han de adquirir con este recurso. Pero no hay más que esta realidad.

Como si fuera cuestión de chiste se reforzará entre la tropa conceptos operativos de lucha contra el narcotráfico, en los que explica cómo deben ejecutarse los procedimientos en operaciones especiales, ya sea para erradicar cultivos o para rescatar a compañeros en zonas de enfrentamiento. Dos de los cómics aparecen en la Revista del Ejército y Fuerza Aérea. El primero se titula “La misión del pelotón”, y el segundo, “El pelotón en la lucha contra el narcotráfico”. Las viñetas están estructuradas a partir de fotografías tomadas en operaciones reales contra el narcotráfico, que son tratadas electrónicamente para proporcionar a las imágenes el tono y la textura de un cómic. En sus primeros números, la serie va dirigida básicamente a la tropa encargada de las misiones de avanzada en la formación mínima que emplea el Ejército mexicano, que es el pelotón. Sólo esperemos, por la seguridad de los militares, que el narco no se mofe ellos por su entrenamiento a base de monitos.

Cierran por bomba puente internacional

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Roberto Aguilar y Gastón Monge Corresponsales


El Universal. Domingo 25 de enero de 2009 CIUDAD VICTORIA, Tamps.— El hallazgo de una bomba en el puente internacional uno que une a los Laredos de Tamaulipas y Texas, y su posterior detonación en condiciones seguras, obligó a cerrar ese cruce fronterizo por más de dos horas.

El estallido controlado del dispositivo se concretó en territorio estadounidense mediante un robot especializado y estuvo a cargo de bomberos de Laredo, Texas.

El artefacto hallado en el puente Puerta de las Américas, por donde circulan cada año casi 12 millones de personas, fue reportado al Centro de Cómputo, Control, Comando y Comunicación (C-4) ayer a las 10:35 horas, informó Juan Ernesto Rivera, director de Protección Civil de Nuevo Laredo, Tamaulipas.

Personal de la dependencia acudió al sitio y cerró el puente, mientras elementos del Ejército mexicano revisaban toda la estructura.

Más tarde, la Patrulla Fronteriza, Migración y Bomberos de Laredo, Texas, llamaron al equipo especializado en bombas, que llegó de San Antonio, Texas, una hora después.

Un experto inspeccionó una de las bases del puente con equipo blindado, para ubicar y luego detonar el explosivo, cuyas características y potencia se ignoran hasta ahora.

El artefacto fue detonado a las 12:27 horas, y 15 minutos más tarde el puente internacional uno se reabrió a la circulación.

Según Eloy Vega, portavoz del Departamento de Bomberos de Laredo, Texas, y Mucia Dovalina, vocera del Servicio de Aduanas y Protección Fronteriza, el explosivo estaba en la basura, y fue necesario avisar al 911.

Ante la posibilidad de otro acto similar, dijo Dovalina, se reforzará la vigilancia en áreas aledañas a los cuatro puentes internacionales, y por ser un caso federal, lo investigará el FBI.

La Procuraduría General de la República informó que la delegación en Tamaulipas no recibió ningún reporte sobre el explosivo, por lo que no existe acta circunstanciada o averiguación previa iniciada por estos hechos.

En tanto, la Secretaría de Relaciones Exteriores dijo que por ser un tema de seguridad compete a otras instancias oficiales.

Adictos a la violencia

. martes, 27 de enero de 2009
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Ignacio Alvarado Álvarez Martes 27 de enero de 2009

Ala primera persona que mató era una mujer de 18 años que distribuía droga en centros nocturnos de la frontera. “No me fue difícil eliminarla cuando me dijeron que iban a pagarme”, confesó años después. La hizo su novia, y cuando ella le tuvo confianza, actuó. “Me la llevé a un paraje solitario y la bajé del carro; la agarré a golpes hasta que la dejé tirada en el piso y luego le pasé el carro por encima”. Fueron sus comienzos como asesino a sueldo, según dijo durante una sesión sicoterapéutica. Tenía 24 años, una figura delgada y alta, el rostro con ojeras pronunciadas y ojos como agua verdosa.
El tipo habla de asesinatos sin perturbarse, de secuestros y golpizas que propinaba a distribuidores de drogas al menudeo, y de su retiro prematuro por un tumor cerebral que lo dejó medio ciego. “Fui tratado médicamente debido a los problemas de estrés terrible que sufría del recuerdo de años anteriores, pero dejé de ir al tratamiento cuando sentí que ya estaba liberado de culpa, porque todo lo que hice lo hice drogado, como no siendo yo”.

En 2007, fueron asesinadas unas 2 mil 500 personas por alguna relación con actividades de narcotráfico, según la Procuraduría General de la República. La cifra se elevó a más del doble durante 2008, cuando la misma autoridad atribuyó 5 mil 620 víctimas fatales a la confrontación entre organizaciones criminales —de 10 mil 500 homicidios dolosos calculados por el Sistema Nacional de Seguridad Pública.

Muchos ejecutores son sujetos como el que dio muerte a la distribuidora de drogas, emergidos de una clase media urbana, o pervertidos por un entorno violento y miserable, determinados a infligir daño, que bien pueden ser diagnosticados como adictos a la violencia, sostiene el doctor Sergio Rueda, director del Programa Integral de Adicciones del Instituto de Medicina y Tecnología Avanzada de la Conducta.

Pero también suelen ser homicidas con un perfil profesional y sombrío que recurren a tácticas militares para despojar a sus víctimas de identidad, alejándolas así de un eventual acto de justicia del Estado, advierte Javier Enríquez Sam, coordinador general del Colectivo Contra la Tortura y la Impunidad.

“La violencia no es sino un acto de factores internos, genéticos, que también son definidos por fuerzas sociales y económicas que juegan dentro de un mismo ambiente”, afirma a su vez Stanley Kippner, profesor de sicología en el Saybrook Graduate School and Research Center de San Francisco, California. “En ocasiones, la violencia puede ser reforzada al grado de ser considerada una ‘adicción’, un acto obsesivo y repetitivo siempre que se presenta la oportunidad”.

La otra visión: las víctimas
En noviembre pasado, el hijo de 22 años de Juan, un hombre de 55 originario de Tierra Caliente, Guerrero, fue secuestrado por cinco sujetos equipados con chalecos antibalas y fusiles de asalto. Con el paso de las horas se supo que otros cinco miembros de la familia fueron secuestrados; a tres de ellos —incluido el hijo de Juan— los llevaron a las oficinas locales de la procuraduría estatal, de donde fueron liberados dos y medio días después, severamente lastimados, sobre todo en el plano emocional. Juan, su hijo y el resto de la familia huyeron del estado y viven en la clandestinidad, sin poder siquiera emplearse.

Guerrero es un estado dominado por la violencia, no sólo de grupos armados al servicio de traficantes de droga, sino de individuos ajenos al negocio criminal. En 2008, reveló la procuraduría estatal, 177 personas fueron secuestradas por grupos armados, de las cuales sólo 50 volvieron con vida, entre ellas el hijo de Juan. Pero el regreso no es garantía en un estado en el que 946 individuos fueron víctimas de homicidio durante ese mismo lapso, 138 en diciembre.

Las consecuencias de esa violencia son devastadoras para una persona. El hijo de Juan es menudo y delgado, de apariencia frágil; apenas alcanza el metro con 55 y no pesa más de 60 kilos. Tal vez era distinto antes de sufrir el secuestro, pero hoy habla sin mirar a los ojos, como extraviado, intentando tragar saliva de su boca seca. “Fueron golpes en el rostro, en el estómago, sólo eso, porque yo desde un principio les dije que no sabía nada de lo que me acusaban. Al final yo creo que, no sé, dejaron de golpearme, pero sí me seguían torturando sicológicamente a todo momento: me decían que me iban a matar, que de personas como yo nada más deberían encontrar las cabezas postradas en las calles, en las banquetas, en las paradas de camiones, al bordo de la carretera. Y constantemente, pues, me decían que me iban a matar, que no me iban a dejar vivo si no confesaba los supuestos delitos que me estaban achacando”.

La intención de sus captores, infiere, pudo haber sido que experimentara la prolongación de la muerte, y le dejaron miedo y delirio de persecución. “Cada persona que veo ahí en la calle, de seguridad pública se puede decir —entre comillas, claro, porque nunca se sabe quién es quién—, ya siento que me van a agarrar otra vez, que forman parte de esas mismas personas que me detuvieron”.

¿Profesionales o adictos a la violencia?
Atacar las emociones es algo en lo que se han concentrado los asesinos profesionales, dice Javier Enríquez Sam, del Colectivo Contra la Tortura y la Impunidad, y los ejecutores están lejos de un perfil de sicópata. “A los que conocemos mejor, son a los de los casos de tortura. En general, se le adiestra al torturador y llama la atención de que ese adiestramiento consiste en hacerlo sin sentir, o sea, ‘no me duele hacerte daño, yo te torturo y yo no siento nada, pero no soy una persona trastornada, ni mental ni nada: cuando llego a mi casa convivo muy bien con mi familia y la quiero, pero cuando estoy en mi trabajo, mi trabajo es ser torturador, entonces yo hago mi trabajo’”.

Pero esas sesiones de tortura no necesariamente implican un acto mecánico, pueden llevar al individuo a volverse un adicto a la violencia, según el doctor Sergio Rueda, del Programa Integral de Adicciones del Instituto de Medicina y Tecnología Avanzada de la Conducta. “Hay seres humanos que, al estar reaccionando constantemente ante estados alterados de conciencia de manera agresiva, la convierten en una adicción. Incluso hay hormonas, como el cortisona y la lactosa, que producen un estado de reacción de ataque en el que hay dilatación de la pupila, alteraciones en el metabolismo, de la hipertensión; hay más azúcar y anticoagulantes para, si yo me peleo, sanar más rápidamente; y esas hormonas me producen seguridad”.

Stanley Krippner, profesor del Saybrook Graduate School and Research Center, opina que la capacidad de infligir daño a otra persona tiene un origen genético, aunque también social, “la violencia y otras capacidades humanas son resultado tanto de la naturaleza como de la retroalimentación en un ambiente determinado”.

Bajo estas condiciones, la violencia se convierte en un modo de vida para individuos que hallan recompensa, afirma. “El asesinato y la tortura son el sello de los paramilitares y de las fuerzas de seguridad en Colombia y otras partes del mundo, por ejemplo. Y si un hombre o una mujer son recompensados por aplicar la crueldad, ese comportamiento posiblemente persista de forma indeterminada (...) En ocasiones la violencia es reforzada al grado de que el comportamiento violento puede considerarse una adicción, una acción que es obsesiva y repetitiva siempre que se presenta una oportunidad”.

El ejercicio individual o colectivo de los asesinos, dominados por esa dependencia aludida por Krippner, tienen gran impacto social. “Ellos evocan el miedo, pero también, con cada acto de tortura o asesinato, se desensibiliza a niños y jóvenes ante la violencia, e incluso si ellos no se vuelven violentos, llegan a aceptar la violencia como un modo normal de vivir”.

Por eso, quizá, dice el coordinador del Colectivo contra la Tortura y la Impunidad, Enríquez Sam, los ejecutores han comenzado a enfocarse en producir daño emocional.

El oficio de dañar
“Lo que ha sucedido y no está fuera de los ámbitos del conocimiento es el asunto de que la violencia sicológica tiene mayor efecto traumático y mayor permanencia en el ser humano. Entonces, los efectos de la búsqueda de violencia sicológica o más bien de daño sicológico en la persona es, más que matarla, dejarla dañada sicológicamente, es como morir lentamente”, precisa Enríquez Sam, y añade que “se denigra al cuerpo y a la mente y (las víctimas) quedan muy trastornadas y fáciles de ser presas de cualquier hostigamiento”.
En ese tipo de actos, o en la operación que requiere aniquilar a un adversario con métodos más inmediatos, como dispararle un arma de fuego, la adicción juega un papel fundamental, dice Rueda, porque se provoca daño sin remordimiento. “Lo que ocurre en la mente de este tipo de personas es que percibe a la persona que consideran su enemigo o que ya crónicamente quieren dañar, y entonces la información le llega a la vista y de la vista se va al hipotálamo, que es la parte central de las emociones. Y lo que han descubierto los neurofisiólogos es que en lugar de irse a la parte neurocortical, que está más lejana, se va a la amígdala, y entonces hay una reacción en cascada de hormonas de agresión antes de que yo piense”.

Esto explicaría la frialdad con la que un asesino a sueldo habla de su pasado. “Matar no es sino un trabajo”. Es lo que dijo sobre la actividad que ejerció en Chihuahua y Sonora durante 14 años un sicario retirado en 1993, que reside en Nogales. Se inició con un asesinato en Villa Ahumada, donde nació. Nunca secuestró ni torturó.
Era un tipo invisible justo por común: mediano de estatura, algo pasado de peso, cabello canoso, piel morena como la de cualquiera de los presentes que tuviera 60 años. La forma de su trato, el tono de su voz, sus ropas, todo era ordinario como él mismo. Justo el tipo de personalidad referida por Rueda. Alguien cuyas tradiciones familiares estaban apartadas de su oficio como asesino, de acuerdo con un primo hermano suyo. “Algunas veces llegaba a mi casa (en Ciudad Juárez) antes o después de haber ‘un jale’, y el vato como si nada, jugando con mis hijas y platicando sus rollos”.

Espía el Gobierno a CNDH: Soberanes

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27 de enero de 2009
Judith García Aura / El Sol de México
Ciudad de México.- José Luis Soberanes denunció que autoridades del Gobierno federal intervienen las comunicaciones en la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), quienes además colocan aparatos para controlar los movimientos de los integrantes de la Comisión, porque este organismo -subrayó el ombudsman- se niega a hacer el trabajo sucio del Gobierno federal.El presidente de la CNDH no quiso responsabilizar a nadie y reconoció que los miembros de la Comisión son vistos como un enemigo del Gobierno."Si nosotros fuéramos un ombudsman complaciente, tapadera o alcahuete, lógicamente tendríamos una magnífica relación con las instancias de Gobierno. Pero la relación es ríspida y hasta violenta. Eso significa que estamos haciendo bien nuestro trabajo".Dijo que se ha buscado un ángulo distinto para lidiar con este asunto del espionaje y, como los maestros en el arte de la guerra, utilizan esa tecnología cuando quieren que una información sea conocida.Sostuvo que la esencia de su oficina es señalar los errores y las fallas del Gobierno. Obviamente, agregó, a nadie le gusta que le digan que algo está haciendo mal. "Ellos esperan más bien que los alabáramos, que en lugar de mandar recomendaciones, les enviáramos felicitaciones".Sobre la reciente aparición de grupos autonombrados como vengadores para hacerse justicia por su propia mano, el ombudsman indicó que son una muestra de la incapacidad del Estado por resolver la creciente delincuencia.Recordó que violan la Constitución y llamó a no permitir la proliferación de este tipo de grupos de venganza privada. "Tenemos que exigir que el Estado cumpla con su papel y que cuide la seguridad pública, porque si no estaremos privatizando la seguridad pública"."Esto es intolerable y una fuerte responsabilidad del Estado que no está cumpliendo con su papel. Ha llegado a sus límites".Al hacer un balance de nueve años y medio al frente de esa comisión nacional, Soberanes señaló contundente que poco se ha avanzado en el respeto a las garantías individuales. Destacó que tanto militares como cuerpos policiacos practican la tortura, detenciones arbitrarias y cometen hasta homicidios durante los operativos contra el crimen organizado.José Luis Soberanes apuntó que aunque no han sido amenazados, sí han sido víctimas de campañas de desprestigio por parte de dependencias públicas.* EJEMPLOA manera de ejemplo, se refirió a declaraciones de funcionarios de la PGR, quienes aseguraban que Soberanes sólo buscaba notoriedad, porque quería ser ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.Y José Luis Soberanes les respondió: "Están equivocados. Para llegar a ser ministro de la Suprema Corte no tendría que seguir ese camino. Al contrario, tendría que seguir el camino de la complacencia".Otro ejemplo, dijo, es la investigación que realizan sobre el asunto de la desaparición de integrantes del EPR: "La PGR nos negó acceso al expediente y además nos amenazó con abrir una averiguación previa a los integrantes de esta comisión". Pero aun así, adelantó, en unos días sacan una recomendación sobre este caso."Eduardo Medina Mora (procurador General de la República) es un hombre tranquilo, no tiene esa actitud fuerte, pero sí, como dicen, es: mátalas callando. Cuchillito de palo que ahí está... No le gusta lo que hacemos".* POLÍTICA CLARAIndicó que en esta administración no se tiene una política clara en materia de derechos humanos. Con el presidente Vicente Fox -recordó- tuvimos una salida de caballo y una llegada de burro. Y explicó la metáfora: "El Gobierno hablaba de compromisos con los derechos humanos, pero a la hora de la verdad, no lo hacía".Manifestó que el crimen organizado descompuso a las instituciones, porque todos los recursos que se tenían que dirigir hacia el desarrollo nacional se van hacia la seguridad pública. Entonces, añadió, pervierten la función del Estado, quien se ha dedicado a ser policía en lugar de ser un Estado que se dedica a promover el cambio social.Soberanes insistiós: "Mucha gente en los estados me dice: ¡No se fije usted mucho! ¡Hágase de la vista gorda para que a los secuestradores los torturen o los maten! No, pues a mí no me pagan por hacerme de la vista gorda".A unos días de rendir su último informe en la Cámara de Diputados, lamentó que se haya quedado en la congeladora la iniciativa de ley donde se obligaba a comparecer a los funcionarios federales que se negaban a aceptar las recomendaciones.* CAMBIOS NOTABLESDijo que en estos casi 10 años han tenido cambios notables dentro de la CNDH. "Cuando entré era una dependencia de Gobernación y su trabajo estuvo muy subordinado al Gobierno federal. También encontré que varios expedientes habían sido perdidos, entre comillas, y que tenía que ver con asuntos muy delicados. Entonces, muchas veces aquí se le hacía el trabajo sucio al Gobierno".Cuestionado sobre el perfil que debe cumplir su sucesor, Soberanes se negó a dar una opinión "para que no se malinterprete de que quiero dar línea".Al hacer una autocrítica, el ombudsman nacional señaló que su error frente a la Comisión Nacional de Derechos Humanos fue "no ser políticamente correcto", si hubiera sido más terso y no salvaje. Sobre las diferencias con ONG´s en la capital, Soberanes lamentó que la mirada de estas organizaciones se concentre en el trabajo que realiza y no en las graves violaciones a los derechos humanos que se registran. "Yo no violo los derechos humanos", reclamó.Se dijo satisfecho con su trabajo y con orgullo aseveró que no han sido tapaderas de ninguna dependencia. Para él, lo importante es cómo los ve la sociedad. De acuerdo con sus encuestas, "nos ve bien, y nos da una buena calificación, ese es un dato objetivo". EMITE PRIMERA RECOMENDACIÓNLa Comisión Nacional de los Derechos Humanos emitió su primera recomendación de este año, por el caso de 65 mexicanos que fueron víctimas de trata y explotación laboral en las Bahamas, por omisiones y anuencia de funcionarios de las secretarías de Relaciones Exteriores y del Trabajo y Previsión Social, así como del Instituto Nacional de Migración y de la presidencia municipal de Pedro Escobedo, Querétaro.Los agraviados fueron enganchados para trabajar en la construcción en dicho país, donde firmaron contratos en inglés -de incumplir, pagarían tres mil dólares o trabajarían tres meses sin percibir sueldo- con la promesa de percibir 800 dólares semanales, cuando en realidad por dos meses de labores les pagaron menos de 80 dólares.La CNDH inició de oficio el expediente de queja el 28 de septiembre del 2007 y tras la investigación, se determinó que fueron vulnerados los derechos humanos a la legalidad, a la seguridad jurídica, al trato digno, al trabajo y a la libertad personal, así como a la integridad y seguridad personales de los agraviados.El 12 de mayo de 2007, siete personas de Pedro Escobedo y San Juan del Río, fueron trasladaron de Querétaro a Cancún y al día siguiente fueron llevados -en vuelo privado contratado por la empresa ARG Constructions Limited- a la isla Bimini, en Commonwealth de Bahamas. En diferentes fechas, otros connacionales fueron trasladados en la misma circunstancia.En el lugar de la obra les quitaron sus pasaportes, les entregaron un gafete con la leyenda "Bimini Bay Resort & Casino" y firmaron documentos en inglés. Las condiciones de trabajo eran inseguras por la falta de equipo, y a quienes llevaron herramienta se las quitaron, ya que la empresa se las vendía. El pago de su salario era por mes vencido y menor a la cantidad ofrecida, además de que fueron amenazados con ser entregados a la autoridad migratoria de ese país.Uno de los agraviados retornó a México el 16 de julio del 2007 y los otros regresaron en 20 de julio. Todos denunciaron los hechos ante la Procuraduría General de Justicia del Estado de Querétaro, que remitió copia de las actuaciones a la PGR.La CNDH conoció que la empresa envió al Consulado de México en Jamaica la propuesta del contrato, que contenía condiciones de explotación, ya que se especificaba que el empleador mantendría en su poder el pasaporte del trabajador, trabajarían 6 días a la semana (en jornadas de 9.5 horas de lunes a viernes, y ocho los sábados) y si el trabajador decidía regresar a México tendría que cubrir el costo de su pasaje.La CNDH observó los tres componentes de la trata de personas: el enganche, al captar a los trabajadores; el engaño, al ofrecer condiciones laborales distintas; y la coacción de la voluntad, al carecer de documentos y medios económicos para salir de la isla de manera libre.

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