El uso político de los militares

. lunes, 12 de enero de 2009

JORGE CARRASCO ARAIZAGA. Proceso. MÉXICO, D.F., 19 de diciembre 2008, (apro).- La suerte de Genaro García Luna en la secretaría de Seguridad Pública (SSP) está en el aire.
Felipe Calderón parece estar dispuesto a sacrificar a su antiguo aliado con miras a capitalizar el tema del narcotráfico en las elecciones intermedias del 2009.
La designación del general Javier del Real Magallanes como subsecretario de Estrategia e Inteligencia Policial fue un golpe tan severo en contra de García Luna, que en cuanto se anunció la llegada del general de división, el 4 de diciembre pasado, muchos colaboradores del secretario comenzaron a preparar sus renuncias.
Otros fueron más optimistas, por la relación que guardan con el asesor presidencial en seguridad nacional, Jorge Tello Peón, llegado a Los Pinos apenas el 19 de octubre pasado.
Las expectativas de este grupo radican no sólo en el propio Tello, sino en el general de división, quien dejó la comandancia de la IV Región Militar, con sede en Monterrey, para llegar a la SSP por gestiones del asesor presidencial.
En cualquier caso, a partir de enero el divisionario será el verdadero hombre fuerte de la SSP, pues tendrá el control de la Policía Federal, que a su vez concentrará la mitad de los recursos económicos y el 75% de las plazas de la secretaría.
Entre los que prevén la salida de García Luna consideran que si bien les va y pasan los dos primeros meses del año sin cambios, difícilmente Calderón se animaría a designar un nuevo titular para la SSP en pleno proceso electoral.
En ese escenario optimista el cambio podría darse hasta después de las elecciones, en las que se habrá de renovar la Cámara de Diputados.
Pero es mucho tiempo para las necesidades políticas de Calderón, quien necesita conseguir la mayoría del PAN en el Congreso para no repetir la experiencia de su antecesor.
Además de sus propias incapacidades, Vicente Fox quedó anulado durante la segunda mitad de su gobierno, por la oposición que enfrentó en el Poder Legislativo. Su administración pasó como una más, lejos de las exigencias políticas planteadas por el cambio de régimen.
Así, con un estancamiento económico, que en 2009 derivará en fuertes presiones sociales, el único camino que Calderón tiene para que el PAN sea favorecido en las elecciones es dar golpes espectaculares en su llamada guerra contra el narcotráfico.
Después de dos años, García Luna ya no le resulta útil. Si hay una figura desgastada en su gabinete es precisamente ese secretario.
Las dudas y acusaciones en su contra salen del propio gabinete. Y es más que sabido que los militares nunca lo han visto con buenos ojos por el largo historial delictivo de varios de sus colaboradores.
Pero también por la fuerte amenaza que representaba para el Ejército la ansiada Policía Federal que tanto ambicionó García Luna, pero que finalmente Calderón dejó en manos castrenses.
En semanas recientes, la guerra contra García Luna ha salido de la Procuraduría General de la República (PGR). Muestra de ello son las filtraciones periodísticas de las averiguaciones previas sobre las actuaciones de los hombres que han estado cerca del titular de la SSP.
Más allá de su retórica -como la utilizada en el desayuno de fin de año con la Marina, en el sentido de que "no negocia ni negociará jamás" con el narcotráfico-, Calderón está urgido de convencer a los votantes de que sus operativos han sido eficaces para frenar a la delincuencia. Pero lo que prevalece es la duda.
Calderón comienza su tercer año entregado de nueva cuenta a los militares. Así como en los primeros meses de su gobierno le sirvieron en su búsqueda de legitimidad, ahora en perspectiva de las elecciones intermedias recurre de nuevo a ellos en espera de que den un golpe que pueda capitalizar en las urnas.

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