¿Quiénes son los delincuentes para los medios de comunicación? Son el Rey, el Azul el Conta, de los que se presumen son unos pelafustanes vulgares y pobretones. Quienes sólo por eso, seguramente son unos criminales. No hay duda de que si roban es porque no saben hacer otra cosa.
Pues no. El rey es el dueño de la fábrica de plástico, el azul fue el jefe de la policía en ciudad Juárez con un ingreso mensual de nómina de casi 100 mil pesos al mes y el Conta es el contador de la maquiladora. Los medios de comunicación muestran estereotipos de los criminales, prejuiciando a la sociedad.
El uso de lugares comunes por parte de los reporteros le dan un aura irreal a la criminalidad que provoca el rechazo a la clase social no a la pérdida de valores. Las noticias hacen eco del ministerio público tiene que presentarlos como los más malos y despiadados criminales no como a personas como usted o yo.
Un ejemplo de ello, fue cuando presentaron por televisión al ex gobernador de Quintana Roo, Mario Villanueva Madrid, cuando ingresaba al penal de máxima seguridad de La Palma por narcotráfico. Los televidentes aseguraban que tenía toda la imagen de un criminal. No daban un peso por él. Los medios no hacían el contraste de cómo era su situación días antes cuando descansaba en su yate en Cancún, rodeada de exquisitas acompañantes de la élite local. Al convertirse en criminal, los medios lo desclasaron. Automáticamente dejó de pertenecer a los poderosos.
Lo mismo sucedió con el secretario de Finanzas de Andrés Manuel López Obrador y René Bejarano, el señor de las ligas cando ingresaron en la cárcel. Entonces todos nos preguntamos ¿Cómo es posible que no lo hayamos detectado antes, si tienen una cara de delincuente que no pueden con ella?
Las clases populares sufren una violencia diaria básicamente de orden económico, producto de sus ingresos, pero esos no son de interés para la prensa. Los delitos por los que se ha generado un estado de angustia en la sociedad mexicana son los que dan a conocer los medios de comunicación perpetrados contra las clases medias y altas. Se exaltan los índices de atracos en las calles, robos a residencias, secuestros express, robo de celulares, extorsiones telefónicas y robo de automóviles. Aunque los casos notables como los secuestros y asesinatos de miembros de las élites se promueven de tal manera que generan movimientos sociales.
El narcotráfico no lo controlan las clases populares. Estos pueden tener su tiendita y ser atracadores de poca monta, eso sí, afiliados a organizaciones de mayor poder. Un cártel es una industria y requieren de recursos económicos e infraestructura.
Los medios hacen ver que los miembros de los cárteles como bandoleros comunes y corrientes, de clases populares; cada uno con su alias para resaltar su pertenencia de clase y su vulgaridad. Esta referencia mediática, fomenta la división y desprecio.
A los delincuentes que atrapan se les denigra, se les convierten en los malos, son los malnacidos, los jodidos, los que no tienen nada, a los que hay que eliminar y guardar en la cárcel, tengan o no un juicio justo. Se piensa que si son pobres son culpables.
Los patrones del negocio, El Don, queda a salvo, ya compró a unos jefes de la policía, cuando todo falla, se cobran las cuentas y si no es suficiente la fiera temerosa arremete contra todos sin importar cuán inocentes sean, como sucedió en Morelia el día de la Independencia de México.
La lucha contra la delincuencia debe ser objetiva. Ir más allá de lo evidente. Es importante informar con veracidad para poder determinar sin apasionamientos para no confundirnos. La delincuencia es un pulpo que no se eliminará si solo se cortan algunos tentáculos.
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